Formación Religiosa

Pablo, conocido también bajo el nombre de Pablo de Tarso, apóstol Pablo, o simplemente “el Apóstol”, nació probablemente unos años después de Jesús, en Tarso, ciudad de Cilicia (actualmente Turquía).
Era judío, hebreo de nacimiento, y su nombre Saulo era en honor del primer rey de Israel, Saúl. Desde niño estudió la Ley de Moisés en Jerusalén, bajo la guía del gran maestro de su tiempo, Gamaliel.
Pablo “conoce a Jesús” teniendo algo más de 30 años (quizá 36 o 37), y enterado de la nueva doctrina que anunciaban los seguidores de Jesús, a quien no había conocido, pidió autorización a las autoridades judías para perseguir a la nueva “secta judía” en Damasco, pero camino hacia esa ciudad, su vida cambió radicalmente.
“Vio una gran luz y escuchó la voz de Jesús preguntándole por qué lo perseguía, identificándose así Jesús con sus mismos seguidores.”
Tres veces relata su compañero de aventuras Lucas en los Hechos de los Apóstoles este evento y experiencia únicos: Hechos 9,5-7; 22,5-16 y 296,10-18.
Quedó ciego y un discípulo de Jesús, Ananás, tuvo que imponerle las manos para que recobre la vista y quede lleno del Espíritu Santo.

 

El elegido de Jesús

Jesús lo eligió para que anuncie su mensaje de salvación, la Buena Nueva, a todos los pueblos. Por eso recorrió toda Europa y Asia menor, pasando por Antioquía, Chipre, Éfeso, Listra, Derbe, Corinto, Filipos, Tesalónica, Jerusalén, Roma y muchas otras ciudades.
Pablo nos dice en sus escritos que recibió el encargo de predicar a los no judíos, así como Pedro lo había recibido de predicar al pueblo elegido de Dios. Aunque los límites de ambos no eran tan estrictos.
También hace alusión a que trabajó “más que todos los demás” anunciando el Evangelio, aunque no por sus propias fuerzas, sino por la gracia de Jesús Resucitado que actuaba poderosamente en él (I Corintios 15,10).

 

Pablo predicador

Al llegar a una ciudad, Pablo reunía a los cristianos en alguna casa, y comenzaba a predicar. Su fuego y ardor eran incansables, y podía hablar de Jesús horas y horas.
Una vez comenzó a predicar de noche, era la madrugada, y permanecía hablando de Jesús. Un joven, de nombre Tíquico, estaba sentado en una ventana escuchándolo, pero el sueño lo venció y cayó al vacío desde el segundo piso de la casa donde estaban reunidos. Había muerto, y todos se afligieron mucho. Pero Pablo invocó a Jesús y el muerto volvió a la vida (Hechos, 20,7-12).

 

Pablo escritor

Así como fue un gran predicador, fue también un gran y culto escritor. Pasaba por las comunidades predicando la Buena Noticia de que Jesús había resucitado y vivía, y que nosotros resucitaríamos con nuestros propios cuerpos como Él, libres ya del poder del pecado, del mal, del dolor y de la muerte.
Luego, escribía cartas para mantener viva la llama de su enseñanza e inducir a sus lectores (como lo hacía con sus escuchas) a tener una experiencia real del Señor Resucitado lleno de poder y de gloria, aunque sin escapar a la ignominia de la cruz y del dolor que finalmente nos llevarán a la muerte antes de tener vida eterna y finalmente resucitar.
Escribió a los romanos, corintios, efesios, colosenses, a Tito, Timoteo y otros más.

 

Pablo y sus viajes

El amor de San Pablo por Jesús era tan vivo y experimental, que quería llegar a todos los lugares conocidos para comunicar su mensaje y llevar a todos al conocimiento de la fe de Cristo.
En aquel tiempo, con los medios precarios que existían, los viajes no eran fáciles. La mayoría de las veces se andaba a pie, a pesar de que había vehículos tirados por animales.
San Pablo visitó ciudades de Europa y Asia menor, como Iconio, Listra, Derbe, Antioquía de Pisidia, Roma, Corinto, Éfeso, Macedonia, Filipos, Tróade y muchas otras.
En todas esas ciudades, la propuesta era siempre la misma: la fe en Jesús Resucitado y la nueva vida que brota de la experiencia del encuentro con Él.
Pablo predicaba que Jesús es el salvador de todos los pueblos, y no solamente del pueblo judío. Eso fue motivo de mucho sufrimiento y persecución.
Sintiendo que ya había cumplido su misión, fue a Jerusalén, donde era sabido que lo tomarían preso (Hechos 21). Al ser también ciudadano romano, pidió que lo juzgara el emperador, por lo que fue enviado a Roma (Hechos 22,22ss. Hechos 25).
Durante su viaje, con 276 personas a bordo de una nave, la mayoría prisioneros, el barco naufragó. Su compañero de viaje Lucas relata la peripecia, en la que la intercesión de Pablo hizo que todos se salvaran y cobijaran en la isla de Malta, donde fueron muy bien recibidos (Hechos 27 y 28).
Haciendo una fogata, una víbora se enroscó en la mano de Pablo. Fue sorpresa de todos ver cómo Pablo, con un simple movimiento de su mano, tiró la cobra al suelo sin que ella se quemase.

 

Pablo da la vida por Jesús

Después de tres meses en la isla de Malta, Pablo y sus compañeros consiguieron llegar a Roma. Estuvo más de dos años en prisión domiciliaria, dedicándose a la oración, la reflexión y el anuncio de Jesús entre los que lo iban a ver. Posiblemente en el año 68, Pablo fue decapitado, a modo de ejecución para los ciudadanos romanos. En Roma está el lugar donde murió: se llama “Las Tres Fuentes” (“Tres Fontane”), debido a que cuando la cabeza cortada de Pablo cayó al piso, dio tres saltos, y en cada uno de ellos brotó una fuente de agua (símbolo de la vida).

Gustavo Daniel D´Apice
Prof. de Teología en la Pontificia Universidad Católica Argentina.

Nivel Inicial

Desde el Jardín queremos contribuir en la misión de los padres de educar a sus hijos en la Fe. A través de imágenes, canciones, actividades, relatos de la Biblia y las mismas celebraciones, los chicos comienzan a tener una experiencia de un Dios cercano. Se van interiorizando en la vida de Jesús y sus enseñanzas; aprenden del ejemplo de los santos y se inician en el silencio y la oración.
Con la protección de María, nuestra Madre, queremos acompañar a los más chicos en su crecimiento en la fe.

 

Primaria

Seguimos acompañando a cada familia en la misión de educar a sus hijos en la Fe. Tenemos la convicción de que la catequesis está íntimamente unida a toda la acción litúrgica y sacramental, es por esto que nuestros objetivos son:

  • Que los alumnos conozcan y amen a Dios en las personas del Padre, Hijo y Espíritu Santo.
  • Que se preparen y reciban los Sacramentos de la Reconciliación, Eucaristía y Confirmación.
  • Que profundicen su vida de oración.
  • Que sepan descubrir y gustar la centralidad de la Eucaristía en la vida de la Fe.
  • Que acrecientan su devoción a la Santísima Virgen María.
  • Que se inicien en el camino de las virtudes propias de la vida cristiana, reconociendo la primacía de la Gracia.

 

Secundaria

En el secundario buscamos profundizar los conocimientos de la doctrina cristiana, junto con una espiritualidad coherente, basada en la amistad con Jesús y en la devoción a María Santísima. Buscamos que sean parte activa de la Iglesia; acercándose al prójimo y siendo testimonios del amor de Dios a los hombres, desde la familia hacia la sociedad. Es por ello que nuestros objetivos son:

  • Que los alumnos conozcan bien la doctrina cristiana, en extensión y profundidad, de acuerdo al nivel de cultura general que reciben en el Colegio y a los desafíos que deberán enfrentar en el mundo de hoy, en orden a formar católicos cultos con vocación de servicio.
  • Que esa doctrina se transforme coherentemente en una espiritualidad o vida que alimente la relación con Dios, que se transforme en piedad filial para con el Padre, en amistad con Jesucristo y en docilidad con el Espíritu Santo; que los alumnos salgan dotados de profunda devoción a María Santísima, a los ángeles y a los santos, participando conscientemente de un mismo mundo sobrenatural con ellos.
  • Que los alumnos se identifiquen como miembros de la Iglesia y participen del mandato misionero de Jesús, tanto a través del ejercicio de las actividades temporales como cuando participen de actividades específicamente eclesiales o solidarias, a fin de consagrar el mundo a Dios, instaurando todo en Jesucristo.
  • Que conozcan los problemas concretos que debe enfrentar la Iglesia de hoy y posean respuestas y valores que los habiliten a enfrentarlos adecuadamente.
  • Ayudarlos a modelar la vida comunitaria (colegio, familia, etc.) con las actitudes y sentimientos propios de los discípulos de Jesús, que favorezcan el desarrollo personal y el respeto y la solidaridad con los demás, a fin de generar una convivencia de calidad y una amistad permanente y sobrenatural.
  • Que tomen conciencia de la tarea cristiana en el mundo y la asuman como propia: la guarda y cultivo de la tierra, la transmisión de la vida humana, el desarrollo de la cultura y la civilización, la lucha contra el pecado y sus estructuras, la acción sanante y elevante de la difusión de la gracia del Evangelio y sean capaces de practicar la colaboración y el diálogo con los que no creen.
  • Que se hagan capaces de dar testimonio con fortaleza de la esperanza que hemos recibido en todos los ambientes en que se desenvuelvan, de palabra y de obra.
  • Que utilicen y aprovechen los medios de santificación que Jesucristo dejó a su Iglesia, particularmente los sacramentos, pero también las distintas formas de oración y de piedad de la vida cristiana; que conozcan y comprendan su liturgia y sepan y quieran participar activamente de ella.
La formación religiosa se da a través de los sacramentos, la oración y las celebraciones. Forman parte de una educación integral enraizada en el amor a la familia y a la Patria.

A lo largo de su recorrido por los tres niveles, nuestros alumnos tienen diferentes celebraciones como la entrega del Niñito Jesús, el Ángel de la Guarda, el Agua Bendita y el Rosario, y reciben los Sacramentos; Reconciliación, Primera Comunión y Confirmación.

También comparten convivencias y retiros espirituales en Primaria y Secundaria, y participan de tareas solidarias como colectas, Apoyo Escolar y el Grupo Misionero.

ADMISIONES