Colegio: Identidad Institucional

Nuestro ideario se basa en una visión cristiana del mundo, centrada en la persona y en el desarrollo de cada una de sus capacidades, en interacción con su comunidad.

Brindamos una educación fundada en los principios de la Fe católica, con una enseñanza práctica de la religión, con aspiración a establecer su relación con las demás materias.

Una visión cristiana de las realidades del propio tiempo y espacio, y una seria preocupación por la formación humanista.

  • Una visión cristiana del mundo.
  • La familia como primera y esencial educadora de sus hijos, buscando su buena inserción en la comunidad a partir de su participación y comunicación.
  • El respeto por las diferencias individuales.
  • La comunicación como instrumento fundamental en la educación para la convivencia.
  • Los vínculos entre los alumnos y docentes, posibilitando lazos de referencia y afecto.
  • Los alumnos como principales protagonistas del proceso educativo, promoviendo vínculos de compañerismo y amistad.
  • El compromiso del equipo docente con el Proyecto del Colegio.
  • El compromiso social en términos de caridad cristiana que lleva a responder y no ser indiferente a la realidad que lo rodea.

La espada tiene la forma de la Cruz y simboliza a Jesucristo reinstaurador de toda la tierra según el orden querido por Dios. El lema del Colegio es “Instaurare omnia in Christo” que significa instaurar todo en Cristo.
La espada también es el símbolo característico del Apóstol San Pablo que refiere al ímpetu misionero qué Él vivió y que nosotros estamos llamados a continuar transformando las realidades temporales según los valores del Reino de Dios.
El escudo de la Sede Maschwitz contiene la M que se refiere a la Santísima Virgen María.

Desde hace muchos años los Juegos Paulinos forman parte de las tradiciones de nuestro Colegio.

Roma (blanco), Corinto (verde) y Tarso (azul) son los equipos que integran nuestras familias y nuestros alumnos, que hace referencia a la vida del Apóstol Pablo.

Cuando el hijo mayor de cada familia ingresa al colegio, se le asigna uno de los tres equipos al cual va a pertenecer a lo largo de toda su vida escolar, al igual que su familia y futuros hermanos y hermanas.

A lo largo del año, los alumnos de los tres equipos compiten individualmente y en equipo en desafíos tanto deportivos, como artísticos e intelectuales.

La Sociedad Argentina de Cultura fue creada en 1947 por el Padre Luis María Etcheverry Boneo, con el objeto de contribuir al mejoramiento cultural del país, promoviendo verdadera cultura humano-cristiana en todos sus aspectos.

En el año 1953 se fundó el Colegio San Pablo, que funciona actualmente en la calle Pacheco de Melo 2300, con tres niveles de enseñanza: Inicial, Primaria y Secundaria. En el año 2014 se inauguró una nueva sede en la localidad de Maschwitz, la cual cuenta con los tres niveles de enseñanza y es mixta.

La Sociedad está compuesta por socios, laicos y sacerdotes, en su mayoría egresados del Colegio San Pablo, que aseguran la continuidad en el tiempo del objeto fundacional.

Vinculada con las actividades culturales y, a través de la Fundación San Pablo, se realizan tareas de promoción social y actividades misioneras en el interior del país y ayuda para la formación intelectual y académica de jóvenes de la localidad de Añatuya, Provincia de Santiago del Estero.

El colegio San Pablo

La tarea sacerdotal del P. Etcheverry Boneo –hoy Siervo de Dios- tuvo por eje trabajar en el campo de la cultura para ir concretando el ideal de “instaurar todo en Jesucristo”, de modo que toda la realidad temporal y la actividad humana en ella se convirtieran en escalera para llegar a la vida eterna. Para ello, además de trabajar en la elaboración de la cultura, se hacía indispensable formar personas, y en lo posible plasmar en instituciones los logros que se fueran obteniendo.

Su primer trabajo, ya desde los Cursos de Cultura Católica del que era director, comenzó con jóvenes profesionales y universitarios, con la idea de formarlos, para brindar a la Iglesia y al país dirigentes católicos capaces de encarar, una reconstrucción y proyección de toda la realidad, a la luz de una visión cristiana del mundo.

Pero la convicción de la importancia que tienen los años más jóvenes en la configuración de las personalidades, lo llevó a implementar el comienzo de esa tarea, ya en la edad adolescente. Así concibe el Padre Etcheverry Boneo la idea del Colegio San Pablo, inicialmente en su sección secundaria, ampliada luego a todo el ámbito de la educación básica.

El proyecto tenía y tiene como meta brindar una formación integral personalizada que apunte a desarrollar las capacidades individuales de los alumnos en sus distintas dimensiones, con discernimiento de sus vocaciones personales, amalgamadas ellas en una sólida escala de valores; con una unidad interior de concepción y donde el conocimiento de toda la realidad temporal, abordada desde las distintas asignaturas, logre ser presentada y transmitida desde una común fundamentación filosófico-teológica.

Quería así brindar no sólo una concepción intelectual unida y coherente, sino todo un sistema de valores capaces de generar una visión del mundo, una actitud vital y vigorosa que pudiera natural y espontáneamente traducirse en una conducta. Presentar verdaderos valores capaces de entusiasmar y proyectar todo el vigor juvenil, hacia la necesidad de prepararse con seriedad para la tarea linda de trabajar en todas las áreas, para mayor gloria de Dios, y salvación y felicidad de los hombres. Una tarea que “se realice en la tierra, pero mirando al cielo, y que permita llegar a ese cielo construyendo la tierra”; una tarea que enseñe a mirar la realidad, a relacionarse con las personas y las cosas, a juzgar hechos y conductas, todo desde esa perspectiva, y a obrar en consecuencia; una tarea que enseñe a amar y conocer su propio país y trabajar con generosidad en él proyectándose al mundo con lo que le es propio; una tarea que enseñe a defender, amar e insertarse eficazmente en el seno de la Iglesia desde su propio lugar.

Para llevar adelante esos fines fue creado el Colegio con pocos alumnos por curso, permitiendo así el conocimiento directo y el trato personal con cada uno, para asistirlo y orientarlo en sus dificultades y posibilidades de desarrollo personal y vocacional.

Se amplió el plan de estudio oficial con la incorporación de materias internas destinadas a la formación básica: la filosofía, desde los primeros años; la enseñanza en la religión, la cátedra de Visión Cristiana del Mundo, el estudio de lenguas clásicas y modernas y actualmente la informática.

Desde el comienzo se le dio fundamental importancia a que en el ámbito cotidiano el chico tuviera un fácil acceso a las fuentes de la gracia: la oración, la vida sacramental, la formación de una vida espiritual sólida con manejo de sus medios, a través de retiros, misas y pláticas semanales, y el contacto con Cristo vivo en la Eucaristía. Por eso siempre el lugar asignado a la capilla, como centro de toda la actividad, fue muy cuidadosamente buscado.

En su etapa fundacional de 1953 hasta mediados de 1955, el Colegio inició sus actividades en C. Pellegrini 1535, sede de los Cursos de Cultura Católica.
Comenzó sólo con 1er. año con una veintena de chicos, cuyos padres vieron en la propuesta del Padre Etcheverry el ideal de formación integral para sus hijos.
Los profesores eran profesionales con una trayectoria ponderable en sus respectivas actividades y con apertura al campo cultural más amplio. Con ellos los chicos podían compartir los almuerzos, donde se comentaban temas de cultura general y de actualidad e iban aprendiendo de ese modo a discernir, a juzgar y a valorar.
Al año siguiente, con dos cursos ya en marcha, se planteó la idea de la sección primaria, y con ella la necesidad de otra Sede. Esto se concretó a mediados de 1955 con la adquisición y el traslado a la casa de V. López 1639,que fue objeto de sucesivas modificaciones según las actividades le fueron exigiendo, sobre todo cuando se abrió la sección primaria. En esta casa que fuera sede durante largos 30 años, se cumple el período más importante de verdadero afianzamiento y consolidación.

La presencia cotidiana del padre en el Colegio, sus enseñanzas, su ejemplo –siempre fuente de gracia-, sus orientaciones precisas, sus advertencias y consejos oportunos hicieron, en el día a día, que en esa etapa fuera tomando cuerpo y cierta adultez lo esencial y propio del Colegio. Allí se gestó y encarnó su espíritu, informador de toda la actividad de la Institución y que trascendió a las familias y exalumnos.

Con la dirección y orientación del P. Etcheverry se hicieron seminarios y jornadas pedagógicas, se reestructuraron los contenidos de todas la materias y se coordinaron los programas y actividades, a través de los departamentos de las distintas áreas. Se elaboró un proyecto de ficha psicológica para orientación de los alumnos, se estructuraron los planes de Visión Cristiana del mundo y se establecieron las bases para un reglamento de disciplina.

En 1957 egresó la 1ª promoción de bachilleres, y a partir de entonces fueron surgiendo las asociaciones destinadas a fortalecer el vínculo amical entre alumnos y exalumnos, y a posibilitar la acción mancomunada, cultural y apostólica, con proyección a la tarea universitaria y al quehacer profesional: Ágape en 1957, Servir en 1962, Misión en 1967, y hoy, la Asociación de Exalumnos con su propia estructura. También se creó la Asociación de Padres, y se adquirió el Campo de Deportes en Ing. Maschwitz.

Pero si un hecho conmovió profundamente a la gran familia del San Pablo fue, en marzo de 1971, la muerte inesperada del P. Etcheverry. Difícil sintetizar todo lo que significó y se vivió en el seno del Colegio y de la Obra entera. Fue un hito clave y un desafío difícil, asumir esta nueva realidad para asegurar la continuidad cabal de lo que se había emprendido. Las bases necesarias estaban dadas, y fue la convicción profunda de que todo estaba en manos de Dios lo que sostuvo el ánimo humilde y confiado frente al camino a seguir. Tarea que con una ayuda muy especial de Dios –y, porque no, del propio Padre- se ha ido desarrollando y completando.

En poco tiempo el cumplimiento de esa misión exigió una nueva meta: el edificio definitivo que posibilitara con medios más idóneos abrirse a nuevas perspectivas y perfeccionar las anteriores. Con gran esfuerzo se llevó a cabo el nuevo emprendimiento, y a partir de 1985 el paso a la sede actual señala el inicio de un nuevo período, que sobre las mismas bases, fue mostrando en las adecuaciones actuales la fecundidad de las ideas iniciales, capaces de dar respuestas a las más diversas circunstancias de tiempo y espacio.

Causó profunda conmoción la muerte inesperada del P. Armelín, rector del Colegio, incansable impulsor y realizador, pieza fundamental en la concreción del nuevo edificio al cual se brindó incansablemente con ejemplar ánimo y empuje.

Hoy el Colegio es una sólida realidad con personalidad propia: reconocida, valorada e imitada. Valga aquí aquello de “…por sus frutos los conoceréis” (Mt.7, 17-18). Cincuenta y seis promociones terminaron en el Colegio, y en todo este período ha sido fecundo el aporte de ellas en la universidad y en la tarea profesional. Y es de destacar, como una particular gracia de Dios, el gran número de vocaciones sacerdotales que el Colegio brindó a la Iglesia.

A los 60 años de su fundación, con una mirada retrospectiva llevada a los comienzos, y desde allí proyectada sobre las distintas etapas hasta el presente, es una excelente ocasión para analizar el cumplimiento de las metas del fundador, repensar y complementar lo que la realidad actual exige.

Pero fundamentalmente es ocasión propicia para valorar todo esto que fue creado, pensado y llevado adelante por el P. Etcheverry con una instrumentalidad sacerdotal sin fisuras, con una ejemplar fe y fortaleza, apoyado en la fuerza de Dios, con una lúcida clarividencia para planear, modificar, resolver y orientar, con una enorme caridad, para brindarse hasta el mayor sacrificio en esta obra y las otras que emprendió al servicio de la Iglesia. Ocasión para expresar nuestra enorme gratitud a Dios por el legado del que somos responsables y ocasión para comprometer, lo mejor de nosotros mismos para llevar adelante esta tarea sin duda querida y bendecida por Dios.

Prof. Margarita Rodiño

Cuerpo Directivo | Sede Centro

Director General Pbro. Francisco Javier Morad
Nivel Medio Rector Prof. Alejandro Gabriel Colman secundaria.spc@csanpablo.edu.ar
Nivel Primario Directora Prof. María Alejandra Autilio de Rivera direccionprimaria.spc@csanpablo.edu.ar
alejandra.autilio@csanpablo.edu.ar
Nivel Inicial Directora Prof. Maria Ray de Ruiz Guiñazú direccionjardin.spc@csanpablo.edu.ar
Vicedirectora Prof. Carolina Raffo de Tiesi direccionjardin.spc@csanpablo.edu.ar
Inglés Directora General Prof. Mariana E. Derfler de Calebich mariana.derfler@csanpablo.edu.ar
Secretaria Prof. Regina Menossi secretaria.spc@csanpablo.edu.ar
Representante Legal María Zarauza contaduria.spc@csanpablo.edu.ar

 

Cuerpo Directivo | Sede Sede Maschwitz

Director General Pbro. Francisco Javier Morad
Nivel Medio Director Prof. Javier Caride javier.caride@csanpablo.edu.ar
  Secretaria Secundaria Ángeles Anadón

secretariasecundaria.spm@csanpablo.edu.ar

Nivel Primario Directora Prof. Pilar Cozzi pilar.cozzi@csanpablo.edu.ar
  Secretaria Primaria Académica Laura Castillo Larroca secretariaprimaria.spm@csanpablo.edu.ar
Nivel Inicial Directora Prof. Mercedes Butler mercedes.butler@csanpablo.edu.ar
  Secretaria Inicial Académica María Armando jardin.spm@csanpablo.edu.ar
Inglés Coordinadora Prof. Ángeles Anadón angeles.anadon@csanpablo.edu.ar 
Representante Legal Martín Braceras

El Proceso de Canonización

El proceso de canonización en la Iglesia es fundamentalmente un proceso sobre la fama de santidad de algún fiel cristiano. Se trata de examinar la vida de un hombre que se enamoró de Dios. Si ese amor culminó con la sublime gracia del martirio todo es más fácil y más corto. Porque se centra, sobre todo, en el examen de ese momento en que se entrega la propia vida como testimonio de la fe y el amor a Cristo. Si no hubo martirio se examinará cómo se fue entregando la propia vida al Señor, gota a gota, en la práctica de todas las virtudes de un modo heroico, es decir, superior al de los buenos cristianos.

Para ello, la Iglesia establece que haya una consulta a Obispos y otra al Pueblo de Dios. Y, de acuerdo al resultado de ellas, que se examinen los escritos editados por el candidato, por parte de dos censores teólogos. El paso siguiente será la reunión de los escritos inéditos y los documentos que se refieran al Siervo de Dios, por medio de los peritos teólogos e historiadores designados. Ellos deberán indicar también la fisonomía moral que se desprenda de tales escritos. Asimismo, se deberá requerir a la Santa Sede el Nihil Obstat para la prosecución de la causa. Y se deberá nombrar un Tribunal para que reciba el testimonio de las personas que conocieron al Siervo de Dios. Terminado así el proceso en el ámbito diocesano, se deberá enviar todo él a la Santa Sede. Allí serán examinadas las actuaciones y, si se cree oportuno, se presentará la causa al Santo Padre para que dé el Decreto de Heroicidad de las virtudes.

Con ello el Siervo de Dios pasa a ser Venerable. Pero, la legislación señala como previo a la beatificación la verificación y aprobación de un milagro. Y para la canonización se pide otro milagro más, a los efectos de que Dios ratifique, de esa forma, la presencia en el Cielo, con poder de intercesión, de quien hasta entonces era considerado Venerable o Beato.

Esto es, en brevísima síntesis, el proceso; que suele durar bastantes años si se trata de personas que murieron a una edad relativamente avanzada y tuvieron una notable actuación en el seno de la Iglesia y la sociedad.

Este es el caso de nuestro muy querido Padre Luis María Etcheverry Boneo, Fundador del Colegio San Pablo, fallecido en 1971 en el Sanatorio Hospital San Pedro para sacerdotes de Madrid, donde pasó la última semana de su vida, siendo un ejemplo de virtudes heroicas para las personas que recién lo conocían. El Padre gozó, sin que él lo percibiera, de notable fama de santidad durante su vida, entre las personas que lo conocieron y trataron. Y esa fama ha ido aumentando con el correr de los años por el bien espiritual que se obtiene por las versiones de sus escritos inéditos; y por los favores, sobre todo espirituales, que se reciben, atribuidos a la invocación privada de su intercesión.

En cuanto al estado del proceso: se realizaron en forma sucesiva las dos consultas indicadas en primer lugar; también se obtuvo un dictamen favorable de los censores teólogos sobre los escritos del Padre, editados antes de su muerte; se designaron y se encuentran trabajando los peritos que deben reunir los escritos inéditos y documentos; y se designó un Tribunal para recibir la declaración de testigos, comenzando por los de mayor edad. Por otra parte, se han realizado estampas, con una oración, aprobada por la Autoridad Eclesiástica, para pedir gracias en privado al Padre Luis María Etcheverry Boneo. Y, al respecto, se ruega que dichos favores o milagros sean comunicados al postulador de la causa, Mons. José Bonet Alcón, Vicente López, 1639, (1018) Buenos Aires. Sin querer, en modo alguno, prevenir el juicio de la Autoridad Eclesiástica y evitando toda apariencia de culto público -como lo muestra, entre otras cosas, el que seguimos nombrando al Padre en el memento de difuntos de muchas de nuestras Misas- sin embargo, parece oportuno en el presente, de acuerdo a la Providencia de Dios y para su mayor gloria y bien de las almas, el que difundamos las enseñanzas del Padre, tratemos de imitar sus virtudes y le pidamos su ayuda, en forma individual y privada, para nuestras necesidades espirituales y materiales.

ADMISIONES